Crónica de un maravilloso viaje: lectura para un rato de ocio
Querido amigo lector:
Quiero compartir contigo una de las vivencias más hermosas que la vida me ha regalado. Unos días después de regresar de hacer un trayecto del Camino de Santiago el pasado mes de septiembre, sentí la necesidad de escribir y compartir mi experiencia primero con mi familia y después con mis amigos. Más tarde, me ha parecido una buena idea compartirlo también contigo.
Me gustaría que lo que vas a leer te entretenga y te invite a reflexionar y a meditar sobre tus caminos en la vida y te pueda ayudar a disfrutar más de la vida. Con esa intención lo he escrito.
Este es el breve relato que escribí y que envié a mi familia y a mis amigos (tan sólo he suprimido las alusiones y referencias que les hacía a ellos en general y a cada uno en particular para preservar su anonimato y privacidad):
Madrid, a 26 de septiembre de 2013
¡Ya estoy de vuelta de mi Camino de Santiago!
Quiero compartir con vosotros, las personas que más quiero de mi vida, mi experiencia del Camino, lo que he aprendido, lo que he disfrutado y la felicidad que he sentido, igualable a la mayor de todas, sin duda, el nacimiento de mi hijo José Joaquín. Deseo también que la lectura de estas líneas os invite a meditar sobre vuestros caminos y que os pueda ayudar a disfrutar más de la vida.
He vivido muchos y muy bonitos viajes en mi vida con mis parejas, con mis amigos y en solitario. Pero el trayecto que he recorrido del Camino de Santiago ¡ha sido el mejor viaje de mi vida!. Antes de emprender éste los mejores fueron los dos que hice con mi hijo en 2003 (en tienda de campaña hasta Venecia) y en 2004 (de la misma forma a Galicia y Portugal), por los destinos pero sobre todo por la compañía de la persona que más he querido, quiero y querré (amor incondicional de padre).
En el Camino de Santiago he podido cumplir mis objetivos con creces. Como muchos sabéis me proponía alcanzar en mi camino dos metas. Una era la de desarrollar mi faceta o dimensión espiritual y la otra consistía en tratar de desprenderme de unos cuantos kilos de arrogancia, de exceso de ego y de prepotencia. En definitiva, un camino de espiritualidad, hacia la humildad y la humanidad y, por ello, un camino interior, en solitario, en soledad y en silencio.
La realidad, como sucede muchas veces en la vida, ha superado a la ficción o a la previsión inicial. El Camino es una metáfora o una parábola de la vida. Y durante el mismo se van produciendo las mismas cosas que nos acontecen en nuestro vivir diario. La diferencia estriba en que en el Camino tomas conciencia de ellas y, en muchas ocasiones, en la vida no.
Empecé el camino a finales de agosto desde casa. Primero, recabé información sobre el Camino a través de la Red. En Internet hay mucha y muy útil. Después busqué la ayuda y las recomendaciones de personas cercanas que lo habían hecho. ¡Gracias Carmen, muchas gracias Miguel!. Seguidamente compré lo necesario. Me preparé físicamente (los 6 y 12 kms que hago diarios me han servido de mucho). Domé las botas durante diez días con dos sesiones de 6 kms diarias. Y por último, planifiqué mi salida el domingo 8 desde León para recorrer más de 250 kms hasta Santiago, un tercio del camino francés. Una de las cinco leyes inmutables de la vida es que “las cosas no siempre suceden como las habíamos planeado” y como en otras tantas ocasiones esta ley se cumplió.
Así pues, salí de casa el martes 10 acortando mi ruta en 50 kms y tres días aproximadamente. Inicié mi camino desde Ponferrada el 11 de septiembre a las 8 de la mañana y llegué 10 días después, el 20 a las 12:30 a la plaza del Obradoiro frente a la Catedral de Santiago. Recorrí 200 kms a pie con 8,5 kilos a la espalda en diez etapas por el camino francés (el más tradicional de los doce existentes, la ruta de 749 kms que conecta con las que vienen de Europa hacia Santiago y que comienza al otro lado de los Pirineos en Saint Jean Pied de Port).
El inicio fue como son todos los principios. Sabemos, los que hemos alcanzado una cierta madurez, que cuando emprendemos un nuevo proyecto, reto, viaje, cambio o camino en la vida lo hacemos cargados de ilusiones y también de miedos. Al comenzar mi camino tenía y sentía la ilusión de conocer nuevos lugares, paisajes, monumentos, sensaciones, personas, la de poder terminarlo llegando a mi destino y la de cumplir mis objetivos. En sentido contrario, tenía y sentía el miedo a que no sirviera a mis propósitos, a no poder llegar a Santiago, a una tendinitis incapacitadora, a las dolorosas ampollas o a las molestas rozaduras y a las tormentas en el bosque. La vida es paradójica y esta dualidad está siempre presente en nuestras vidas, también en el Camino.
La fortuna me ha acompañado y he tenido dos aliados en el Camino para poder disfrutar al máximo de él. Uno, el buen tiempo. Durante mi caminar no llovió ningún día y el sol y la temperatura agradable me acompañaron en todas las jornadas. El otro, mi estado físico. Ninguna ampolla ni rozadura tuve que sufrir a lo largo de los 200 kms. Tan sólo una alarma de inicio de ampolla al finalizar la primera etapa que felizmente no se materializó y una pequeña tendinitis en la séptima. Cuidé ambas y no me impidieron disfrutar en ningún momento del largo trayecto. Así pues, por un lado la naturaleza y la providencia, ajenas a mí y por otro mi preparación anterior y mis cuidados me han hecho poder apreciar y disfrutar plenamente de mi camino.
He pensado, he sentido, he meditado, he aprendido, he leído, he escrito, he compartido, he recordado, ….. En mis pensamientos mi familia y mis amigos viajabais conmigo. Me acompañaron vuestro recuerdo, conversaciones que hemos tenido, emociones, sentimientos, alegrías y tristezas vividas con vosotros. En definitiva, las personas que quiero y que me han querido en la vida han sido mis compañeros de viaje. Todos me habéis acompañado en mi soledad necesaria y deseada. Habéis estado presentes en mí caminar y a todos os he tenido en mis pensamientos y en mi corazón.
He permanecido durante diez días desconectado de casi todo. Alejado del mundanal ruido y de lo que acontecía en el mundo. No he visto televisión aunque la tenía en algunos alojamientos, no he escuchado ni leído noticia alguna, no he sabido ni querido saber nada de nada. He estado lejos, muy lejos, de la velocidad innecesaria, de las conversaciones en las que nadie escucha, del hablar sin decir nada, de los conflictos de poder y de vanidad, de la ansiedad, del estrés, del vacío existencial, de la vida banal, hueca, narcisista y neurótica en la que en muchas ocasiones nos hemos instalado. En mi camino he aprendido, entendido y sentido el incalculable valor del silencio, de la soledad y de la naturaleza. He apreciado y sentido la belleza y la poesía de paisajes, monumentos y personas. He disfrutado mucho con pequeñas cosas que la vida nos ofrece como los sonidos del viento, el de los gallos, patos y cuervos, los de las hojas, los de mis pisadas, el del silencio. También de los olores a eucalipto, hierba, paja y vaca, así como con la contemplación de impresionantes y líricos paisajes y de ermitas, iglesias, colegiatas, monasterios y catedrales con sus pinturas y esculturas. He saboreado la mejor tortilla de patatas, el mejor zumo de naranja natural, los mejores bocadillos de tortilla y las mejores sardinas de mi vida (en Santa Irene en O Celoiro hacen unas tortillas de patata individuales, jugosas y con la patata justa más deliciosas del planeta).
Me he alojado en albergues públicos y privados (3), en pensiones, en hostales, en hoteles y en casas rurales. He caminado en solitario 198 kms y sólo en 2 he compartido el recorrido charlando con otros peregrinos o caminantes. He conocido a peregrinos nacionales y extranjeros (en el camino el 80% son peregrinos de otros países algunos de ellos tan remotos como Australia, Nueva Zelanda, Japón, Canadá, EE.UU. y otros más cercanos y numerosos como ingleses, italianos, franceses, alemanes, holandeses, etc.). Me he saludado con peregrinos de 20 y hasta de 80 años (es impresionante ver la cantidad de personas entre 60 y 80 años que con gran vitalidad realizan el Camino). Unos, la mayoría anónimos, otros, los menos han quedado para siempre en mi recuerdo, con sus nombres: Víctor, Ana (Anita), Jesús, Raúl, Caroline, Mª Ángeles, Loli, Montse, Mª Ángeles, Sara, Jennifer, Ramón y sus compañeros de Andújar Luciana y el guía Manuel; y sin sus nombres, un matrimonio italiano y una chica de Logroño.
Uno de los días más felices de mi vida lo he vivido en el Camino y quiero compartirlo con vosotros. Además, he extraído una serie de conclusiones relevantes sobre el mismo que me parecen interesantes resaltar. Fue el domingo 15 de septiembre en mi quinta etapa. Hacía un día radiante de sol y temperatura. Me programé una jornada tranquila de 24,6 kms de recorrido entre Samos y Ferreiros. No madrugué y me levanté a las 8 en lugar de a las 6 de todos los días. Desayuné en una terraza lo habitual: tostadas con mermelada, zumo de naranja natural y descafeinado con leche. Comenzé a caminar a las 9:20 y a las 12 estaba en Sarria después de 11,5 kms. Realicé el trayecto en solitario y sin encontrarme con nadie. Fue un placer. Descansé aquí en otra terraza tomándome un café y emprendiendo después de nuevo mi caminar. Hizo un domingo espectacular y me encontré con muchas fuerzas. El camino era precioso y apenas me crucé con peregrinos. Me detuve 5,3 kms después en Rente una de las innumerables aldeas que atraviesa el Camino y saboreé el mejor y más exquisito bocadillo de tortilla con rodajas de tomate que he comido en mi vida. Lo deleité contemplando en completo silencio un horreo, un pozo, un manzano, una perra y una casa modesta y preciosa de piedra. Viví una media hora de felicidad total. Proseguí mi viaje con destino a Ferreiros para dormir allí. Este tramo es una maravilla y lo hice totalmente sólo y en un silencio absoluto. Llegué a mi destino y no había alojamiento disponible. Tuve que continuar más adelante para no dormir al raso. Me detuve en algunas aldeas con albergues pero aunque si había plazas libres seguía con energía suficiente para tratar de llegar a Portomarín a 33,9 kms de mi salida de este día. Conseguí el reto y llegué a las 9 de la tarde-noche a esta bonita y muy interesante localidad en donde con muchas dificultadas por la gran afluencia de peregrinos después de varios intentos obtuve una litera en un albergue privado.
De todo este relato descriptivo de este día maravilloso os cito ahora media docena de mis conclusiones:
- que en ocasiones es mucho más gratificante dejarse llevar por el destino, por el camino, por la vida, que por nuestra planificación o programación;
- que cuando nos cuidamos y tenemos fuerza y energía suficientes podemos llegar hasta donde queramos;
- que la naturaleza, el silencio y el caminar nos serenan, nos ayudan a entrar en nosotros mismos y nos proveen de felicidad;
- que son las pequeñas cosas las que nos hacen sentirnos y estar felices;
- que lo que realmente tiene valor cuesta muy poco y que la felicidad se puede obtener con muy poquito dinero (desayuno en Samos 3,20€ + café en Sarria 1,50€ + bocadillo de tortilla y agua en Rente 4,00€ + aquarius en Ferreiros 1,50€ + Cola-Cao en Portomarín 1,50€ +alojamiento albergue en Portomarín 10,00€ = 21,70€ por un día maravillosos y completo de felicidad);
- que disfrutar de la vida y sentirse feliz es una cuestión interna, esta dentro de nosotros. Se necesita muy poco y en ocasiones nada del exterior para sentirse dichoso
He aprendido a dejarme llevar por el destino. Que la vida fluya. Que lo que venga es porque tenía que venir. Que los hechos desagradables, imprevistos, dolorosos vienen para ayudarnos a crecer. He aprendido y procurado no hacer lo habitual: controlar, y que el Camino me impactara de los pies a la cabeza. He crecido en lo que buscaba cargándome de espiritualidad pero a la vez y sin proponérmelo también he llenado las otras tres dimensiones de nuestra personalidad: la física, la intelectual y la emocional. La vivencia del Camino ha sido otro privilegio más de los muchos que la vida me ha regalado hasta ahora.
Comencé el Camino en una situación vital que parecía inmejorable y he regresado mucho más “endorfínico”, cargado de energía, de ilusiones y de todavía mucho más amor por la vida (todo es siempre manifiestamente mejorable y lo podemos conseguir con nuestro esfuerzo instalándonos en un proceso de mejora continua permanente). Al igual que sucede con esos buenos libros que nos impactan y de los que aprendemos muchas cosas, el Camino también me ha enseñado y he aprendido de él muchas otras que toca ahora ponerlas en práctica en mi vida diaria. Ése es el reto desde mi regreso: llenar la vida con lo aprendido. ¡Y a eso voy!
Termino con una cita que me ha gustado mucho y que copié de un libro en un escaparate de una librería de Santiago al final de mi camino:
“Quien camina sabe que el signo humano se debate en el ámbito de lo paradójico, que hay día y noche, que ambos son momentos de una misma realidad: la vida. La vida es paradójica, de la síntesis entre opuestos surge la sabiduría” (“Pensamientos para el Camino” de Francisco J. Castro Miramontes)
Me alegraría mucho que esto que has leído te sirviera para despertar en ti intereses, pensamientos, sensaciones, emociones, sentimientos y deseos de vivir más gratificantemente y, por supuesto, para que cuando llegue tu momento, quieras, te plantees y vivas el Camino de Santiago. Lo que has leído es mi camino. El tuyo será distinto: será el tuyo y, además por ello, mucho más hermoso. Cuando ese momento te llegue ¡Atrévete! ¡Vívelo! ¡Te lo recomiendo!
Si queréis saber más sobre el Camino o sobre mis percepciones y sensaciones en él decídmelo y estaré encantado de hablarlo con vosotros individual o colectivamente.
¡Nos vemos pronto!
Besos y abrazos para todos, mis queridos amigos,
José Joaquín
PD 1: el único inconveniente de esta vivencia, la dualidad siempre está presente en todos los órdenes, es que creo haberme hecho adicto al Camino (si es que esto es un inconveniente)
PD 2: hoy comienzo mi andadura en twitter con la cita de Castro Miramontes por si queréis seguirme en @josejoaquinLHA
Ahora me dirijo de nuevo a ti querido amigo lector. Muchas gracias por llegar hasta aquí. Espero y deseo que lo que te haya podido evocar y sugerir la lectura de mi relato te pueda servir de algo.
Un afectuoso saludo,
JJLHA
20:50 on noviembre 5th, 2013
Hola José Joaquín,
PD 1, lejos de ser un inconveniente creo que es una consecuencia que afecta a muchísimos peregrinos. Yo también me hice adicta al camino en mi primer viaje y a lo largo de todos los caminos que transité conocí a más adictos, de todas las edades. Y algunos de ellos tengo la gran suerte de contarlos entre mis amigos.
Un abrazo